Mensaje 127

A algunos de nosotros nos ha sugerido el Señor, que leamos. El día domingo reunidos con algunos de ustedes nos volvió a decir lo mismo.

Lo que dijo con respecto a la lectura fue que en muchos libros se pueden encontrar fuentes para alimentarnos. Pero si queremos saber del amor pues que entonces leamos el libro escrito con AMOR, la Biblia.

Hay muchos que leen estos mensajes que conocen mucho de la Biblia. Yo en lo personal no leo mucho, pero sí cada vez que me piden leer, lo hago.

Para quienes como yo, conocen poco de la Biblia, o si tomaron las palabras de Dios en su corazón para el bienestar propio, les comparto lo siguiente:

El día martes 05 de junio del 2001 me desperté con estas palabras en la mente: Eclesiastés, Eclesiastés. Yo no sabía qué era. Pero sí, antes de dormir le pedí al Señor que me enviara un sueño para disipar mis dudas con respecto a mi quehacer. Para mí estas palabras fueron respuestas a mi petición. Dejo esto como siempre por escrito, porque es mi tarea compartir conocimiento.

Eclesiastés lo encontré en la Biblia. Pero sí me dijo mi Ángel que aprendiera a leer con el corazón abierto, sobre todo, lo referente al Antiguo Testamento. También dijo que la percepción de Dios cambia con el tiempo, pero Dios es el mismo. Que al igual yo escribo bajo determinado contexto, cuando recibo los mensajes, mucho de lo escrito en la Biblia lleva el sello personal de quienes escribieron. Pero que no por eso debo juzgar, sino, leer con mente y sobre todo, corazón abierto. Luego de leer Eclesiastés comprendí porqué me dijo esto.

A continuación les escribo breves recopilaciones de 3 biblias sobre como leer y entender la lectura. Luego, pueden consultar su biblia y leer el capítulo de Eclesiastés.

Eclesiastés (Biblia de Nácar-Colunga)

“…Con toda crudeza, el autor se plantea el problema de si es posible encontrar la plena felicidad en la vida. Pasando por las diversas vicisitudes de la existencia, concluye que es inútil afanarse demasiado buscando la felicidad, porque al final está siempre la decepción y el amargor ante la limitación de las cosas que excitan al placer, pero que después lo colman. Con todo, existe una felicidad relativa en la vida humana, si se saben mantener como principio las limitaciones impuestas por la misma naturaleza de las cosas: la ciencia, la felicidad, los placeres de la mesa, la vida de hogar, las alegrías de la juventud, son un don de Dios, y bajo este aspecto deben ser deseados. En el fondo del libro, hay un moderado optimismo, a pesar de algunas expresiones radicales escépticas y pesimistas. El autor es un ser realista que descubre en la vida las luces y las sombras…”

“…los goces de la vida deben ser considerados desde este ángulo de limitación esencial y teniendo en cuenta que existe un Juez Supremo, que puede castigar. Así, el “temor de Dios” es principio de recta conducta en la existencia humana.”

Les comparto así, lo que me envió mi amigo Carlos Ibarra acerca del “Temor de Dios” en un correo para pedir por los Dones: (yo no entendía antes a que se refería esto de “temor”). Para que venzamos el mal haciendo el bien y para que respetemos a Dios presente en todas las criaturas: Danos el don de TEMOR DE DIOS.

“…los goces de la vida deben ser considerados desde este ángulo de limitación esencial y teniendo en cuenta que existe un Juez Supremo, que puede castigar. Así, el “temor de Dios” es principio de recta conducta en la existencia humana.”

“…se recomienda el cumplimiento de los mandamientos divinos, la sobriedad, la prudencia y la comprensión con las faltas al prójimo…”

“…Aunque el ideal moral del Eclesiastés (que significa, predicador o moralista), está muy por encima de las concepciones ambientales paganas. El proceso de la revelación en el orden dogmático y en el orden moral es lento y gradual a través de las páginas del Antiguo Testamento, debemos respetar este despliegue gradual del conocimiento de Dios y de sus preceptos a través de la historia hasta llegar a la culminación evangélica”

Eclesiastés (Biblia Latinoamericana)

“El Eclesiastés tal vez resumió lo esencial de su pensamiento en esta sentencia: “Toda obra de Dios llega a su tiempo, pero ha puesto la eternidad en el corazón de los hombres; y éstos no encuentran el sentido de la obra divina desde el principio al fin” (3,11-14; 8,16-17).

“…El autor de Eclesiastés vivió en el siglo III antes de Cristo, cuando la cultura griega se debía, en parte, a su total confianza en la capacidad del pensamiento humano, y sabemos que la misma ambición es todavía el motor del Humanismo occidental”

“…El Eclesiastés refuta ese optimismo: estamos en un mundo donde todo es desconcertante. Tratemos de sentir el misterio de Dios y el peso de su silencio: el hombre es un ser mortal y limitado. No tomemos pues, por sabiduría solo las apariencias. Mejor vivamos plenamente el momento presente, solucionando día tras día los problemas que están a nuestro alcance y gozando hoy mismo la felicidad que Dios reservó para este día. Y lo demás se deja a Dios. La religión ha tratado siempre de explicar, de entregar una visión más ordenada de la existencia. El Eclesiastés no le solicita ese servicio. En esos tiempos, las personas piadosas afirmaban que Dios aquí en la tierra recompensa a los buenos y castiga a los malos. El Eclesiastés pone esto en duda. Aunque los mandamientos de Dios nos señala un camino, él respeta los silencios y la aparente ausencia de Dios”

Eclesiastés (Biblia de las Sociedades Bíblicas en América Latina. Publicada por EDITORIAL VIDA)

“Síntesis y el Autor: ¿Quién es Eclesiastés? El vocable significa hombre de asamblea, es decir, o bien el hombre que convoca una asamblea religiosa (Números 17), o aquel que es su vocero o predicador. Nuestro vocero no es un sacerdote que hiciera uso de la ley, ni un profeta que hiciese uso de la palabra, sino un sabio que hacía uso del consejo (Jeremías 18:18), gran parte de cuya labor se asemeja al libro de los Proverbios. Desde 1:1 se insinúa generalmente que se trata de Salomón, el primero de los sabios de Israel (12:9, 11 y también 1 Reyes 3:12; 4:29-34); cuando menos, se pensaba que parte del libro refleja las experiencias del Sabio. Y sin embargo, podríamos preguntar si Salomón, el tercer monarca de Israel, hubo empleado alguna vez en su historia el tiempo gramatical pretérito para decir: “Fui rey sobre Israel en Jerusalén” (1:12). ¿Hubiésemos confesado como él lo hizo que “la sabiduría se alejó de mí” (7:23) ¿Cuándo escribió este predicador? Evidentemente, lo hizo cuando Israel vivía angustiada bajo el yugo del opresor (posiblemente Persia, entre los años 444 y 331 a. de J.C.). ¿En dónde? Cerca de la casa de Dios (5:1). Los conocimientos del mundo demostrados en el libro podrían haber sido adquiridos allí mismo, en Jerusalén.

¿A quién está dirigido este libro? Aunque está escrito en hebreo, los rasgos distintivos de Israel son pocos. El nombre de Dios asociado con el pacto no se usa nunca; Israel es mencionado una sola vez. El autor les habla a los hijos de los hombres, y por ende, a la humanidad toda. Señalando la necedad natural del hombre y su ignorancia, prepara el camino para la sabiduría y la luz del evangelio.

¿Por qué está este libro en el canon? Los rabíes ponían en tela de juicio las consecuencias del escritor, pero el libro figuraba ya en sus biblias. No observamos aquí un optimismo ciego: existen demasiados problemas serios de la vida para justificar optimismo. No vemos aquí tampoco un pesimismo cínico, puesto que el autor es creyente en el Dios de la justicia (8:12, 13). Tenemos aquí un penetrante realismo que le hace frente a la alegría y a la furia, a los triunfos y a las derrotas, un juego de luces y sombras, y termina afirmando que todo es vanidad (1:2; 12:8), y sin embargo, paradójicamente, la vida toda del hombre debe reverenciar y obedecer a Dios, puesto que es a él a quien finalmente le rendiremos cuentas (12:13, 14).”

W. Gordon Brown Bachiller en Sagrada Teología

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